sábado, 4 de octubre de 2008

Entrevista


Muhsin Al-Ramli:
entre tradición y modernidad


La editorial El Tercer Nombre publica Dedos de dátiles
http://www.eltercernombre.com/libros/64/

la última novela de este novelista y poeta iraquí
ENTREVISTADOR: Rubén Sáez / César González Álvaro
MADRID, 15 DE MAYO DE 2008
ÁMBITO CULTURAL www.ambitocultural.es
Espacio de cultura de El Corte inglés

“La novela como género es algo relativamente nuevo. La ficción, su simbolismo, es el medio por el que podemos acercarnos a los tres tabúes fundamentales de las sociedades árabes: la religión, la política y el sexo. Ahora que los intelectuales árabes han salido al exterior, a Occidente, nuestra libertad es mayor”

“Nuestra memoria, la memoria de los iraquíes es muy larga, muy pesada. Ocurre en todo el Islam. Es también una memoria llena de lagunas, impuestas por siglos de sometimiento y ocupación. Es una memoria vieja y sus valores son todavía tradicionales.”

Conocedor profundo de la cultura española, Muhsin Al-Ramli reconcilia dos polos en principio antagónicos: la tradición y la modernidad. En sus gestos, en su voz, en cada una de las páginas que integran Dedos de dátiles, escrita al mismo tiempo en castellano y árabe, este novelista, poeta y traductor iraquí trata de buscar un equilibrio entre culturas y de mostrarnos a un país como Iraq más allá de la cruda realidad de la guerra.
Ámbito Cultural: Dedos de dátiles es una novela cuya temática y personajes se mueven entre dos puntos antagónicos: la tradición y la modernidad. En nuestro mundo actual, donde existe tanto fanatismo de un lado y del otro, ¿es posible el equilibrio? ¿Dónde se encuentra?
Muhsin Al-Ramli: En la novela, el equilibrio está, precisamente, en el contacto entre las dos culturas. El narrador, Salim, intenta conseguir ese equilibrio entre tradición y modernidad y es este el proceso que narra la novela a través de la contraposición del contacto del protagonista con la cultura española y su formación tradicional.

AC: Hay otros dos personajes principales en la novela, el abuelo y Noé, el padre de Selim. Por supuesto, el abuelo encarna a la tradición más fervorosa, pero Noé es un personaje de mayor complejidad. Si Selim es el punto de encuentro entre Oriente y Occidente, ¿representaría Noé las contradicciones que puede conllevar ese encuentro?
M: Noé representa a una generación casi sintomática. Nuestros padres estaban divididos entre dos opciones que aparecían como antagónicas. La modernidad propiamente dicha llegó a los países árabes en los años 60, con la independencia, y eso hizo que la gente eligiese seguir un camino u otro. La mayoría, sin embargo, seguimos buscando, intentando decidir qué escogemos de cada lado y es ahí donde se encuentra el personaje de Selim. Toda la novela es un reflejo de mis experiencias, de mi búsqueda personal de ese equilibrio que antes mencionábamos. Mi padre es imán y jeque de tribu y hay mucho de él en el personaje del abuelo. Representa la seguridad en sus valores, aunque confunde profundamente lo religioso con la tradición.
AC: Este supuesto enfrentamiento o antagonismo es quizá, el centro de la literatura árabe. Pienso, por ejemplo, en la obra de Naguib Mahfuz o de su contemporáneo iraní Saeid Hooshangi y en la hasta hace poco omnipresente presencia de los llamados estudios post-coloniales que analizan la literatura desde parámetros, digamos, políticos. Sin embargo, en su obra, como en la de los autores mencionados, esta preocupación se pliega, por así decirlo, a la ficción, al valioso empeño de crear una obra literaria compleja que incluye, quizá, estas consideraciones, pero no las considera suficientes. ¿Qué opina de esta lectura?
M: La novela como género es algo relativamente nuevo. La ficción, su simbolismo, es el medio por el que podemos acercarnos a los tres tabúes fundamentales de las sociedades árabes: la religión, la política y el sexo. Ahora que los intelectuales árabes han salido al exterior, a Occidente, nuestra libertad es mayor. Es cierto que casi nadie se escapa de lo político. Se podría decir, incluso, que toda la literatura árabe moderna tiene algo de política, porque todos nuestros problemas, nuestro sufrimiento, todo nuestro caos cotidiano es, precisamente, político y su origen está en décadas y décadas de dictadura, de injusticia, de falta de libertad… Mi sueño es escribir una novela que no hable de política o de dictaduras.
AC: Aparte de esta confrontación Oriente-Occidente, Dedos de dátiles describe otro antagonismo, el representado por el enfrentamiento entre el pueblo y el Estado, un Estado siempre lejano, ajeno, que recuerda un poco a la laberíntica organización que oprime y controla a K. en El Proceso.
M: La dictadura es el tema esencial de la literatura árabe. Esto puede sorprender, porque, sin ir más lejos, mientras que en Latinoamérica se han escrito más de 3.500 novelas que tratan de la dictadura, en todo el mundo árabe apenas hay un par de centenares. En realidad depende de si estás dentro o estás fuera de tu país. Yo hablo de dos Irak distintos, el del poder, el de la represión cainita e institucionalizada y el otro Irak, el del pueblo.
AC: Algo que nos ha llamado la atención es el tratamiento tangencial de la guerra en Irak, como si quisiera enfrentarse al estereotipo a la hora de tratar un tema como éste. Nos olvidamos con frecuencia que estamos hablando de la cuna de la escritura, de la patria del Gilgamesh. Parece que siempre que se hable de Irak la guerra tenga que estar en primer plano.
M: Estuve tres años en el ejército de Irak y combatí durante la primera guerra del Golfo. Era jefe de tanque. Estuve prisionero durante un mes y sé de lo que hablo. He pasado hambre, he visto la muerte de mis amigos. Todo eso está presente en la novela aunque no quise exponerlo directamente. El proceso de escritura de la novela ha sido como una especie de terapia.
AC: La venganza, el honor perdido y el amor pasado son otros de los temas capitales de la novela. ¿Es Dedos de dátiles una novela de la memoria?
M:Yo hablaría de la memoria continua. Nuestra memoria, la memoria de los iraquíes es muy larga, muy pesada. Ocurre en todo el Islam. Es también una memoria llena de lagunas, impuestas por siglos de sometimiento y ocupación. Es una memoria vieja y sus valores son todavía tradicionales.
AC: Tres mujeres se cruzan en la vida de Selim: Alia, Pilar y Fátima, las tres con atributos bien diferenciados. ¿Representan cada una tres posibles etapas del amor: Alia (amor cortés), Pilar (despertar sexual) y Fátima (madurez)?
M: El amor está unido al sufrimiento, al sentimiento de lo trágico. Alia forma parte de mi historia y está inspirada en una novia que tuve y a la que asesinaron quemándola. En la novela, inconscientemente, el personaje de Alia muere en el agua. Representa, claro, el amor platónico, mientras que Pilar es el descubrimiento del cuerpo, de lo físico, y representa el contacto con el pecado. Fátima, por su parte, sería el equilibrio. Selim encuentra en ella la búsqueda que él está llevando a cabo, la armonía que puede existir entre tradición y modernidad. En Selim, es inevitable, permanecen algunos valores o, si queréis, algunos principios de su vida anterior. Todos los inmigrantes experimentan esto y, a mi juicio, refleja la dificultad de separarse del grupo, de la tribu que te protege pero que a la vez te impide avanzar. Esos dos hombres viven también en mí.
AC: Nos ha confesado que hay mucho de autobiográfico en su novela. ¿Hasta qué punto?
M: Mi experiencia con Dedos de dátiles es de autoreflexión. Dedos de dátiles es la reflexión de mi ser. La decisión de escribirla en castellano refleja, asimismo, mis propios antagonismos, el esfuerzo de conjunción entre mi herencia tradicional y el mundo moderno donde habito desde hace trece años. Además, responde a una necesidad de comunicar. Al visitar las librerías españolas uno encuentra libros sobre Irak, pero no hay literatura escrita por iraquíes. La historia, la política, no son suficientes para conocer nuestro drama, para saber qué ocurre o qué hay realmente en juego.
AC: A propósito de la anécdota que cuenta Rafael Reig en su blog y que usted incluye en la novela, cuando en una discusión de vecinos, una señora le espetó: “Estamos en España y no en tu tierra: ¡aquí existen leyes!”. Se trata de una anécdota muy significativa, pues refleja la dificultad de entendimiento entre culturas, la ignorancia de las vías de comunicación existentes entre unas y otras. ¿Dónde se encuentra España? ¿Realmente es tan grande nuestro desconocimiento?
M: Me encanta España, tanto que llevo aquí 13 años. Considero que es el país más acogedor para cualquier inmigrante, mucho más abierto que Francia o Alemania, el único lugar donde encontrar ese equilibrio del que hablábamos. Lamentablemente, como ocurre en todas partes, el desconocimiento es grande y todo se simplifica y se mete en el mismo saco. A pesar de los libros, de las noticias, de las manifestaciones… Irak solo existe como un territorio de guerra. Sí me gustaría decir, en todo caso, que no defiendo una cultura frente a la otra: no soy un soldado. Mi deber como escritor es explicar la complejidad, criticar el entorno en el que habito y ese es, felizmente, España, al que también considero mi país. Y creo que debería aprovechar su maravilloso potencial para ser puente entre culturas.
AC: Una última pregunta que suponemos estará harto de responder, pero que no podemos dejar de preguntarle: ¿qué piensa de la actual situación de su país y qué cree que le deparará el futuro más próximo?
M: Hay todavía más caos que antes. Un tema muy preocupante es la persecución de intelectuales y profesores, con más de 300 asesinatos. No quieren a nadie con capacidad de crítica, sólo al pueblo para manejarlo a su antojo. En Irak, las noticias son cada día peores. Mi propia familia me dice: “Te queremos, pero no vuelvas”. Prefieren que me quede en España.

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