viernes, 31 de octubre de 2008

Lectura/1998



Muhsin Al-Ramli
nos descubre la literatura iraquí contemporánea

Elena Moratalla



Hace pocos días se celebró en el salón de actos de la cultura Telefónica de Madrid, un encuentro con la poesía iraquí contemporánea. Para ello contamos con la presencia de Muhsin Al-Ramli, escritor y poeta iraquí, presentado por la componente del Grupo TINTAVIVA, que firma este articulo.
Cuando conocí a Muhsin Al-Ramli, su lenguaje sin palabras me dijo mucho de él. Intuí, por su mirada, que su corazón, cual albergue de emociones, sentía intensamente lo vivido. Pero aún desconocía su capacidad de dibujarlas en palabras. Al recorrer los caminos de su obra, se confirmó mi primera intuición, y además quedé gratamente impresionada con la alta calidad literaria de su pluma.
Muhsin, que nació en Sudaira, al norte de Irak, a las orillas del Rio Tigris, nos ofreció esa tarde a todos, desde ese lugar que fue la cuna de nuestra civilización, una visión de la poesía que ahora se está elaborando por los escritores nacidos en su país, que no todos, por desgracia, pueden habitarlo.
Como Muhsin en su discurso nos habló de la Poesía Iraquí, yo, en mi presentación quise hablar de él, de su andadura literaria y de la profundidad de su obra.
Escritor de numerosos relatos: “Regalo del siglo que vine”, “Hojas lejos de Tigris”, (publicados en Amman), también cultiva el género teatral en su obra “En busca de un corazón vivo”, que fue muy bien recibido por el publico de varios países árabes. Recientemente ha escrito un guión de cine. Su obra, en general, ha sido traducida además de al castellano, al inglés, Kurdo, persa y alemán.
Ha colaborado en revistas literarias en El Cairo, Londres, Amman, además de ser el conferenciante en diversas asociaciones y foros culturales sobre la literatura árabe, como lo fue entre nosotros ese día. Desde que reside en Madrid, se a dedicado a la creación de una revista y editorial, llamada ALWAH, que, junto con el escritor Abdul Hadi Sadoun, reúne obra de escritores árabes y españoles, con una difusión nacional. Actualmente está doctorándose en la Universidad Autónoma en la tesis sobre Cervantes.
Como se puede comprobar, por este pequeño resumen de su labor en el campo literario, Muhsin desempeña una función de fusión de su cultura con la nuestra. Desde que conoció Madrid, supo captar su espíritu, integrándose activamente en él, mediante sus colaboraciones literarias. Muhsin nos construye un puente cultural entre Bagdad y Madrid, descubriéndonos poéticamente su país. Su aportación es de un gran valor, sobre todo porque nos permite acercarnos a una literatura con un alto grado de creatividad y originalidad, que para muchos es casi desconocida. Pudimos tener la gran suerte de disfrutarla.
En cuanto a su obra, Muhsin profundiza en sus relatos, en la realidad cotidiana del ser humano. Sus temas son próximos a nosotros: el amor, la amistad, la religión, la guerra, la mujer, la libertad, pero tratados con auténtica humanidad. Hace una literatura comprometida con su tiempo. Por ejemplo, al tratar la figura de la mujer, insiste sobre la necesidad de que la literatura sea accesible también a ella.
En su relato “La vendedora de peines”, nos descubre cual es su ideal mujer y entre otros rasgos nos dice: “… una mujer con los ojos negros…. Que le guste caminar y sepa lo que significa un libro”. Insiste mucho en esto último, a pesar de que un amigo le advierta que eso casi imposible.
Usando una técnica depurada que se podría encuadrar en un surrealismo irónico, el escritor Muhsin, nos deleita con el sabor de una prosa cargada de sorpresas y escrita con el corazón de un autor que siente, que sufre, pero que también alienta con soplos de esperanza, aun en las situaciones más dramáticas. Comienza Muhsin su relato “El yogur de Arbil” así:
“Perdono las balas que lanzaron contra mi las ventanas de tu castillo o sus ojos hundidos en las nubes/la historia/las penas/ la belleza. Y pido perdón por las huellas de las orugas de mi tanque/su tanque en sus calles y los alrededores de tu jardín (Shirin). Se me perdonará: desobedecí las órdenes y no llegué a disparar contra ti una sola bala… si pensara en hacerlo no me responderían los dedos, porque tú eres Arbil, su ciudad y ella (Shirin)…
Muhsin, igual que fue capaz de sobrevivir la guerra (por dos veces), es también capaz de introducirnos en su mundo de sensaciones al recordarla, no limitándose sólo a la crónica del drama, sino desplegando un tono vitalista y esperanzador, siempre a la búsqueda de soluciones, que calmen el espíritu humano. Nos demuestra así la madurez de un escritor que da como resultado una literatura de alta calidad.
Muhsin es un exiliado universal, parte de su experiencia personal y la universaliza, dirigiéndose a una generación que está aún por venir. En el relato que da titulo a su libro “Un regalo para el siglo que viene”, el escritor describe una situación determinada en un momento determinado, siendo así un cronista de nuestra historia para el próximo siglo, acompañándolo siempre de una delicadeza exquisita. En este relato destaca de nuevo la figura femenina, esta vez la de su anciana madre. Exalta su capacidad de amor que no puede ocultar porque es más grande que ella misma. El desea agradecerle ese amor con algún regalo a la vuelta del campamento. Pero en el almacén que está vigilando sólo encuentra una máscara antigás. De nuevo nos sitúa ante un pellizco de realidad social que maneja con sabia sensibilidad.
Como Tagore definió, “la poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos”, esa luminosa tarde, después de que Muhsin nos acercó a la poesía de Irak, su pueblo, la escuchamos como un eco, acompañada con la melodía, en ese caso real, del laúd en las manos del poeta también Khalid Kaki. Y para favorecer el entendimiento entre nuestras culturas, nos fue imprescindible la palabra de nuestro traductor Antar Ahmed.
El público, que llenó el salón de actos, todo hay que decirlo, se expresó en calurosos aplausos y participó en el pequeño, pero substancioso debate. Muhsin, junto con sus amigos, además de deleitarnos con su presencia y su palabra, nos ofreció también un té de su tierra, que acompañado de unos exquisitos dulces, los asistentes saboreamos en entrañable clima. La poesía, la música, el aroma del té, el sabor de sus postres, las sonrisas, la palabra… acercaron como un milagro dos culturas que, ciertamente, tienen tanto en común. De esa unión, el grupo Literario TINTAVIVA, y todos sus simpatizantes, todavía veremos muchos frutos: nos espera un otoño de proyectos.
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*Publicado en la revista (AMANECER), Nº53/17-23 de julio de 1998 Madrid.

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